El Geely Coolray marca la impresionante evolución de la marca en los últimos 24 años.

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Diseño, tecnología y acabada construcción muestra el nuevo SUV compacto del fabricante asiático, cuyos precios parten en los $15.990.000.

Texto, fotos y vídeos:  René Durney C. / Fotos del Coolray rojo: Geely Autos.

Ha pasado tiempo de la llegada de la marca Geely a nuestro país (2008), cuando ya la compañía se encontraba en la fase 2.0 de su desarrollo, y cuya historia había comenzado en 1997 en el mercado chino. Pero ya en 2006 hizo noticia mundial cuando adquirió la empresa Manganize Bronce Holding, ex The  London Electric Vehicle, que fabricaba los tradicionales taxis de la capital de Gran Bretaña. Y al año siguiente entra en la fase 2, cuando anuncia que su foco estará en la tecnología y en la calidad de sus productos. Y en 2010 será el vuelco definitivo hacia a modernidad, con la adquisición de la marca sueca Volvo, para luego, en 2013 inaugurar el centro de investigación conjunto “China Euro Vehicle Technology R&D” de Geely Auto y Volvo Cars en Gotemburgo, Suecia.

Como resulta obvio, entrar a la propiedad de un fabricante de prestigio como Volvo significó el inicio de una transferencia de tecnología, la que se ha ido aplicando paulatinamente a los productos de Geely, lo cual es apreciable a simple vista. En mi época de fundador y editor de la revista «Solo Auto», que circulaba mensualmente en Las Últimas Noticias (1997-2009), me tocó probar los primeros autos Geely, en especial los CK-1.3, CK-1.5, y posteriormente el MK 1.5 en sus versiones GS y GL. Eran modelos baratos, acaso los más económicos del mercado, con precios que apenas superaban los 4 millones de pesos. Cumplían el propósito inicial de la marca, que era fabricar autos que pudieran comprar las personas con menos ingresos. Pero, competir en calidad con los vehículos del resto de las marcas europeas, japonesas, coreanas y americanas era una tarea titánica, que tomaría mucho tiempo.

Pues bien, los plazos se cumplieron y hoy, más del 90% de la tarea ya está hecha. El salto cualitativo de los productos chinos es innegable. Es lo que he sentido en las pruebas de los diversos modelos que han seguido llegando al país y que no solo dieron un gran paso en calidad, sino también en valor.

Todo esto me vino a la cabeza en la prueba de manejo que hice al nuevo SUV compacto Geely Coolray, que llegó a Chile en versiones Comfort ($15.990.000), Exclusive ($17.990.000) y Sport ($19.990.000). Nuestra unidad de prueba fue la Sport, la tope de gama, que se distingue de las otras dos solo por el pus de algunos equipamientos, como la cantidad de airbags (6, 4 y 2), sensores de estacionamientos delanteros, cámara de 360°, asistente de parqueo, grabadora de conducción monitor de punto ciego, techo panorámico, spoiler trasero, carrocería bicolor y regulación eléctrica de los asientos. Todo lo demás es de serie en las tres versiones (ver ficha técnica adjunta).

Diseño exterior
El conjunto carrocería resulta muy atractivo a la primera mirada, y hasta un poco recargada de detalles de diseño, especialmente en el frontal, donde hay mucho trabajo de creación y estilo, como en la parrilla central, que luce sobria y elegante, con una línea de color rojo en los bordes y el emblema de marca en el centro; un conjunto de paragolpes de un sola pieza que integra unas grandes tomas de aire en los extremos, que más bien cumplen un fin estético que de refrigeración al tren de rodado delantero. Allí se alojan los neblineros, y en el centro inferior otra toma de aire real en color negro y, bajo de ella, un fino spoiler de dos escalones que recorren todo el frontal y doblan en los extremos  hasta encontrarse los pasarruedas, confeccionados en la misma resina y el mismo color, que luego siguen en una línea bajo las puertas y todo el flanco, para juntarse con el paragolpes trasero.

La silueta, en forma de cuña, presenta una fuerte caída desde el pilar A hacia atrás hasta el filo de la luneta trasera, en cuyo borde superior hay un gran alerón, que tiene cinco compartimientos abiertos, como para aminorar la carga aerodinámica, pero que en realidad, es más bien un aporte estético que se hace notar por sus dimensiones y por la sombra que aporta para mejorar la visión hacia atrás que tiene el conductor al mirar por el espejo interior.

El portalón trasero también es atractivo, aunque sobrio,  y rompe la monotonía de diseño que tienen este tipo de vehículos. Los faros traseros están bien arriba y siguen la línea de la cintura alta de toda la carrocería. Una línea cromada, con el nombre de la marca, atraviesa todo el portalón. El parachoques posterior también es de una sola pieza en la que se integra un difusor, y cuatro salidas de escape de verdad, es decir, provienen del silenciador y no son solo un recurso estético.
Las dimensiones exteriores del Coolray son de 4.330 mm de largo; 1.800 mm de ancho, y 1.609 mm de alto. El despeje al suelo es de 196 mm.

Interior
El habitáculo es tanto o más atractivo que el exterior. Hay lo que cualquiera espera en un auto: amplitud, funcionalidad, diseño, un toque de elegancia y lo que todos exigen, especialmente los compradores más jóvenes: la conectividad y la multimedia.
Del primer aspecto no hay duda: hasta el diseño coopera a la sensación de amplitud de la cabina, con trazos limpios en el tablero y unas toberas de salida de aire cuadradas en los extremos. Tras el volante multifunción pequeño y en forma de «D», está el cuadro de instrumentos digital de 7 pulgadas. Acaso lo único poco original es la pantalla de 10″ con el equipo de audio, las funciones multimedia y el manejo del clima, entre otros. Quizás, el dibujo del conjunto se quedó con la tentación facilista de poner una «tableta» rectangular, que aparece fuera de contexto con las líneas futuristas del resto. Como las de la consola flotante que separa los asientos delanteros y que contiene la palanca selectora de la transmisión automática, los mandos del climatizador, el freno electrónico, el de retención en las paradas, el control de descenso y partida en pendiente, entre otros. También llama mucho la atención el asa de color aluminio (el mismo de la consola) que está ubicada en el lado de derecho de la consola -hacia el pasajero- y que permite a este tener un punto de sujeción.

También hay un portaobjetos y, debajo de la consola aérea, hay dos puertos USB y un amplio espacio para guardar cosas. El único reparo es que para conectar un cable al puerto USB se debe hacer con el auto detenido, ya que la ubicación es muy abajo y necesariamente se debe sacar la vista del camino para hacerlo.
El funcionamiento de la conectividad a bordo no es el punto más alto, pero está dentro de lo que se espera en ese rango de precios.

Las plazas traseras son muy cómodas para dos personas adultas y un poco menos para un tercero que ocupe el espacio del medio, cuyo respaldo es movible, ya que en caso de que solo viajen dos pasajeros, se transforma en una apoyabrazos muy cómodo, que dispone de portavasos. En la salida de aire de estas plazas traseras hay también un puerto de carga USB. En esta versión (Sport) los asientos y los revestimientos de puertas están tapizados en eco-cuero, con costuras a la vista.
En general, la materialidad es de muy buena calidad y los ajustes de las piezas móviles es perfecta. Un gran acierto estético son las asas interiores de las puertas, que están en línea con el tirador de la apertura.
La palanca selectora de cambios es de muy fácil operación y tiene el botón «P» en la parte de arriba y muy visible e iluminado, lo que es muy cómodo, pues solo basta con oprimirla para que la transmisión entre en el modo Parking, sin tener que moverla, como en los mandos tradicionales.

El maletero tiene una capacidad volumétrica de 330 litros, y el respaldo de los asientos traseros pueden abatirse para aumentar la capacidad de la zona de carga.

La mecánica
En lo personal, el motor me sorprendió con su funcionamiento, potencia y elasticidad. Primero, porque es una verdadera apología al concepto «dowsizing» (reducción de dimensiones y peso de los motores), tan en boga en estos tiempos. Con un bloque de solo tres cilindros, 1.5 litros, y turbo, la pequeña unidad alcanza los nada de despreciables 177 caballos de potencia y un par motor de 155 Nm. Dispone de tres modos de manejo (Normal, Eco y Sport). La marca homologó rendimientos de
10,1 Km/litro en ciudad (consumo de 10,8 litros para 100 km); 13,1 km/l en ciclos mixtos (7,6 litros para 100 km) y 15,9 km/l (6,28 litros para 100 km). Pero ojo, si bien los rendimiento están dentro del rango de otros modelos parecidos, el uso del Modo Sport sube el consumo y disminuye el rendimiento en forma elocuente. La explicación es simple. En el modo Sport se inyecta más gasolina a los cilindros y la compresión es mayor para obtener una mayor velocidad de respuesta al pisar el acelerador.

Para los desplazamientos habituales y de rutina, el uso del Modo Normal registra consumos y rendimientos muy parecidos a los homologados por la marca, aunque todo va a depender también de «cuán pesado tenga el pie» el conductor a la hora de acelerar.
La dirección eléctrica tiene el grado de asistencia ideal para el tráfico urbano y para las maniobras de estacionar. Y en esta versión que probamos se dispone de asistente de estacionamiento, con sensores adelante y atrás, que facilitan al máximo la maniobra.
En carretera me pareció muy agradable el manejo, con buena insonorización de la cabina para aislar el ruido del motor y de la rodadura. En caminos en mal estado, la apertura de la suspensión no tiene recorridos muy largos, por lo que es conveniente bajar la velocidad para no escuchar los topes de esos desplazamientos.
El precio de lista de nuestra unidad de prueba, Geely Coolray Sport, es de $19.990.000.
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Publicado en www.autoenter.cl                               Santiago de Chile, lunes 2 de mayo, 2022.-


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