Piloto británico se tituló campeón al ganar el gran premio de Estados Unidos.
Le ganó a la lluvia de Austin, a los demás pilotos y a Rosberg, su coequipo.
Escribe: René Durney C. / Fotos: media.daimler.com
Todos los ingredientes imaginables para una tarde de definiciones tuvo el Gran Premio de Estados Unidos disputado hoy en Austin, en el que Lewis Hamilton alcanzó su tricampeonato.
El piloto inglés debió ganarle a todo lo que se puso en su camino para ganar su tercera corona mundial, la segunda consecutiva y la número 43º en su brillante carrera. Su meta más inmediata era igualar el número de victorias de Ayrton Senna, el ídolo de su infancia. Lo logró después de una áspera batalla en la que debió resignar la Pole en la salida, que fue para Nico Rosberg, su coequipo y rival mas terco, quien estuvo toda la tarde luchando por postergar la coronación de su compañero hasta la disputa del Gran Premio de México, que se corre la próxima semana.
Hasta los últimos segundos de la carrera en el fantástico circuito de Austin, la tercera corona de Lewis estuvo en juego, pues Nico Rosberg ya no tenía neumáticos para aguantar la arremetida del Ferrari de Sebastian Vettel, que venía con neumáticos nuevos y estuvo a punto de alcanzar el segundo lugar. Si ello hubiera ocurrido, Lewis habría tenido que esperar hasta la próxima semana para subirse al podio máximo.
Es de dominio público que el alemán Nico Rosberg no tolera demasiado el éxito de su compañero Lewis. Por eso no extrañó mucho la escena que se pudo ver en la televisión, cuando en el camarín de los vencedores, una salita en la que se reúnen los tres que subirán al podio luego de registrar su peso en la balanza, Nico no entendió la broma que le hacía Hamilton al tirarle la gorra que deben usar para enfrentar al público. Por ello es que se vio feo que el alemán se la devolviera tirándosela con un gesto agrio, que finalmente quedó ahí, aunque igual al subir al podio la cara de Nico era de fastidio.
Y no es para menos. A solo siete vueltas del final, Nico tuvo un pequeño fallo que el costaría perder la carrera, que hasta ese momento parecía asegurada. Se salió de la pista y eso permitió que Lewis aprovechara de pasar al frente. Para colmo, la entrada del safety car en los últimos giros le significó tener a Vettel pegado a su auto y listo para aprovechar que los neumáticos del alemán estaban a punto de colapsar.
En los puestos del cuarto hacia atrás también hubo drama, como el del español Alonso, que inéditamente en esta temporada se había encumbrado hasta el quinto lugar, aunque fue penalizado por una mala maniobra. Pero, como ha sido a lo largo de la temporada, el motor de su Honda McLaren comenzó a fallar en los tramos finales y Alonso solicitó a su equipo autorización para retirarse («el motor ya no tiene potencia», se quejó), pero le dijeron que aguantara porque todavía había puntos en disputa.
El final fue electrizante, con Sebastian Vettel y su Ferrari respirándole en la oreja a Nico Rosberg y estableciendo que la lucha por el segundo lugar del torneo será con todo en las tres fechas que faltan por correrse en México, Brasil y Abu Dhabi.